INTRODUCCION.
En
el mundo contemporáneo nos enfrentamos ante nuevas lógicas de conocer el mundo,
ya en las ciencias naturales, se ha dado a conocer una especie de “revolución”
de los principios estancados a unos principios variables a raíz de los
descubrimientos de la complejidad; en ese sentido, las ciencias sociales,
quienes perseguían arduamente llegar a esos principios “estancados” ahora
tendrían que pensar en cómo la ciencia social puede llegar a ser el centro de
importancia de las ciencias en general.
En
primera instancia, hay que entender la importancia de la revolución francesa en
la creación de una cultura de cambio, que afecto al sistema-mundo como tal, y
que de cierta manera ha sido la inspiración para los cambios sustanciales que
se había tenido en el modo de conocer el mundo; sin embargo, esos cambios
llevaron a que se configuraran unas disciplinas tan estructuradas
organizativamente que se fueron sesgando con el pasar del tiempo hasta el punto
de institucionalizarse bajo facultades en las Universidades.
Y es
esto lo que se busca cuestionar en este ensayo, como los aspectos
organizacionales han venido bloqueando un proceso que se evidencia en las
ciencias, no solo sociales sino también las naturales, de reestructuración
basada primordialmente en la reflexividad
y en la inclusión del sujeto como parte fundamental en el estudio del
objeto de la ciencia. Entonces, se habla de una nueva cultura de la ciencia
social, que no, de una cultura de cada disciplina, en el sentido de buscar
generar conocimiento que se reconstruye constantemente. En este ensayo
retomamos textos de Wallerstein y de Ibáñez que plantean la discusión en torno
a una nueva forma de acceder al conocimiento.
EL CAMBIO QUE SE ESTANCO.
Con
las tres premisas de la revolución francesa: Igualdad, Libertad y Fraternidad,
se buscaba trasgredir la estructura social del momento en Francia, algo que Wallerstein
dirá que fue en menor medida en el momento, y que más que todo influyo en el
sistema-mundo (Wallerstein,
2003) ;
sin embargo cabe resaltar que fue un cambio y una revolución que necesito en
cierta medida como lo dice el mismo autor, de la construcción científica y la
investigación de cómo estaba organizado el mundo, sin embargo, no se usaba el
conocimiento adquirido fundamentado en las tres premisas de la revolución, sino
que buscaba ser importante para intereses particulares.
Si
hay algo que tendríamos que agradecerle a la revolución francesa como suceso
histórico de la humanidad, es la creación de una cultura de la revolución, es
decir, a la importancia del ejemplo, de cómo la sociedad y las estructuras no
son algo naturales, sino que se pueden de cierta forma trasgredir, algo
esencial también que nos demuestra la revolución francesa es que esos cambios
abruptos revolucionarios llegan a darse en puntos en los que la situación no
aguanta más la estructura, es decir, cuando el sistema entra en discrepancia
con las practicas de quienes pertenecen al sistema y por consiguiente entran en
fuertes disputas.
En
el caso de la revolución francesa en especifico, se podría decir por encima,
que la estructura monárquica bajo sus formas y costumbres, imposibilitaba de
cierta forma el accionar libre de los Burgueses en la busca de sus objetivos e
intereses particulares, esto llevo a algo que me gusta llamar “efervescencia
social” en el sentido que se proyectan en una misma coyuntura una serie de
falencias ya sea sistemáticas, o personalizadas que llevan a la movilización de
masas, en ese sentido, el gran cambio se dio en parte por lograr que se diera
esa “efervescencia social” en determinada coyuntura.
EL SURGIMIENTO DE LAS DISCIPLINAS.
Toda
esta necesidad de entender el mundo, en parte propiciada por la revolución
anteriormente mencionada, en el caso del mundo social, dio lugar al surgimiento
de nuevas ciencias que fueron enmarcadas en el nombre de humanidades, dentro de
ellas encontramos entonces en primera instancia: La sociología, la economía,
entre otras; que luego con el pasar del tiempo y de la constante
especialización que exigía la sociedad capitalista, terminamos hoy en día con
varias disciplinas que comprenden lo que conocemos como ciencia, entonces esta
por el lado de las ciencias naturales: la física, la biología, la química, la matemática,
entre otras; y por el lado de las ciencias sociales: la sociología, la
filosofía, la antropología, la psicología, la ciencia política, entre otras. Lo
curioso del caso, es que estas disciplinas que concebimos hoy, y en la cual
estoy inscrito como estudiante no son más que nombres administrativos (Wallerstein, SF) puesto que en la
academia se han venido discutiendo temas importantes en el sentido de la
necesidad de las separaciones que se habían tornado tan segmentarias.
Según
el mismo autor, esas fronteras se debilitaron luego de 1945 debido a tres
aspectos importantes: a) el auge de Estados Unidos dentro de la hegemonía
mundial, b) resurgimiento político (y yo creo que cultural también) del mundo
no occidental, c) la expansión de la economía-mundo que se relaciono con la
expansión del sistema-mundo universitario (Wallerstein, SF) . Sin embargo los
nombres de las disciplinas perduran en un aspecto que el nombra administrativo
como las facultades, la división en las bibliotecas, el dirá a modo de
disertación que “las organizaciones de estudiosos buscan disciplinar no el
intelecto sino la práctica” (Wallerstein,
SF, pág. 251) .
En
ese sentido ¿Qué podemos hacer frente a la organización administrativa propia
del mundo actual?, es complejo en el sentido que, es una estructura que se ha
internalizado tanto, que llega a ser excluyente dentro de los mismos
practicantes frente a disciplinas diferentes, es común ver que los sociólogos
se distancian mucho de los psicólogos, y estos de los filósofos; esta es una
lógica que se tiene que buscar romper, y para ello hay que entender lo que Jesús
Ibáñez nos quiere dar a entender, y es como a partir del regreso del sujeto, es
decir, de impensar la importancia del sujeto en el acceso al conocimiento,
además de investigar y analizar profundamente los modos en que se accede al
conocimiento, se puede llegar a construir una nueva ciencia social, que no sea
solo sociología, solo psicología, sino que se alimente de todas ellas.
LA PROPUESTA DE LA INVESTIGACION DE
SEGUNDO ORDEN: RETOS Y PERSPECTIVAS.
Partiendo
de la idea de que “el sujeto determina al objeto” (Ibañez, 1994) , se puede entender
porque es necesario impensarnos las ciencias sociales, en el sentido que, en
busca de la objetividad, de cierta forma herencia del positivismo, se distancio,
al igual que en las ciencias naturales, el sujeto del objeto, y era una
distancia que significaba el grado de validez y objetividad que podía llegar a
tener determinado acceso al conocimiento de la realidad, es decir, la validez
que podría llegar a tener determinada teoría construida a partir de la
objetividad.
Estas
posiciones metodológicas están tan arraigadas, que como dice Wallerstein, es
difícil deshacernos de ellas, por lo cual es pertinente pensarnos en de qué
forma resucitamos la cultura del cambio revolucionario que nos enseño la
revolución francesa como historia propia de la humanidad, y como pensarnos como
científicos además, en un mundo global de la información en el cual tenemos la
posibilidad técnica de compartir información y de algo que llamara Mauricio
Lazzarato: “interacción de cerebros” en la cual a través de las redes de la
información, el conocimiento se comparte con más facilidad, y cabe la
posibilidad de reflexionar las estructuras metodológicas a un nivel mundial,
donde todos pudiesen aportar, esto suena descabellado en el sentido que, puede
tender a sonar universalista, sin embargo, estamos hablando de una construcción
de conocimiento basada en la investigación de segundo orden, que constantemente
y necesariamente por definición, no puede ser universalista absolutizante, sino
que puede llegar a ser universalista en otro sentido.
Este
sentido que le podemos dar a la universalidad del conocimiento, es en el
sentido de constantemente estar reflexionando sobre lo que se dice, tomando
como bases casos específicos de distintos puntos del planeta, esto a leguas,
denota una importante colaboración de cerebros a nivel global en torno no solo
a las ciencias sociales, sino también a las ciencias en general; esto en el
lado técnico del acceso al conocimiento y de la reflexión de cómo accedemos al
conocimiento.
Por
otro lado, y no menos importante, es como lo mencionábamos anteriormente, la
importancia de desdibujar algunos de los aspectos que han limitado el acceso al
conocimiento y la reflexión de cómo accedemos a él, Ibáñez nos dirá que debemos
olvidarnos del distanciamiento al que nos acostumbramos entre el sujeto y el
objeto, creo que es importante en el sentido que el objeto lo construimos
nosotros como sujetos, y que además, como bien argumenta el autor, a la vez
como investigadores estamos influyendo en el objeto. Pero no es solo eso, el
mismo Wallerstein nos muestra seis desafíos, que no distan de ser sensatos en
el sentido de identificar las más grandes falencias de las ciencias sociales, tales
como el eurocentrismo, que como considero personalmente, no ha sido superado ni
siquiera en las academias, es decir, como estudiante de sociología aun sigo
leyendo bastantes teóricos europeos, ¿y donde está la producción teórica de
América Latina?, ¿realmente la producción literaria de África no aporta nada a
la academia?, es cuestión de identificar como podemos reconstruir e impensar
las formas en las que accedemos al conocimiento, estos dos autores en los tres
textos leídos nos llevan por el camino de cuestionarnos la estructura
administrativa, epistemológica y practico-técnica de las disciplinas de las
ciencias de la humanidad (sociales y naturales)
Bibliografía
Ibañez, J. (1994). Las paradojas de la
investigacion social. Madrid: Siglo XXI.
Wallerstein, I. (SF). conocer el mundo, saber el mundo, el fin de lo
aprendido. Siglo XXI.
Wallerstein, I. (2003). impensar las ciencias sociales. Buenos
Aires: Siglo XXI.