martes, 14 de febrero de 2012

LA CIENCIA SOCIAL EN BUSCA DE SU REFLEXIVIDAD.



INTRODUCCION.
En el mundo contemporáneo nos enfrentamos ante nuevas lógicas de conocer el mundo, ya en las ciencias naturales, se ha dado a conocer una especie de “revolución” de los principios estancados a unos principios variables a raíz de los descubrimientos de la complejidad; en ese sentido, las ciencias sociales, quienes perseguían arduamente llegar a esos principios “estancados” ahora tendrían que pensar en cómo la ciencia social puede llegar a ser el centro de importancia de las ciencias en general.
En primera instancia, hay que entender la importancia de la revolución francesa en la creación de una cultura de cambio, que afecto al sistema-mundo como tal, y que de cierta manera ha sido la inspiración para los cambios sustanciales que se había tenido en el modo de conocer el mundo; sin embargo, esos cambios llevaron a que se configuraran unas disciplinas tan estructuradas organizativamente que se fueron sesgando con el pasar del tiempo hasta el punto de institucionalizarse bajo facultades en las Universidades.
Y es esto lo que se busca cuestionar en este ensayo, como los aspectos organizacionales han venido bloqueando un proceso que se evidencia en las ciencias, no solo sociales sino también las naturales, de reestructuración basada primordialmente en la reflexividad  y en la inclusión del sujeto como parte fundamental en el estudio del objeto de la ciencia. Entonces, se habla de una nueva cultura de la ciencia social, que no, de una cultura de cada disciplina, en el sentido de buscar generar conocimiento que se reconstruye constantemente. En este ensayo retomamos textos de Wallerstein y de Ibáñez que plantean la discusión en torno a una nueva forma de acceder al conocimiento.

EL CAMBIO QUE SE ESTANCO.
Con las tres premisas de la revolución francesa: Igualdad, Libertad y Fraternidad, se buscaba trasgredir la estructura social del momento en Francia, algo que Wallerstein dirá que fue en menor medida en el momento, y que más que todo influyo en el sistema-mundo (Wallerstein, 2003); sin embargo cabe resaltar que fue un cambio y una revolución que necesito en cierta medida como lo dice el mismo autor, de la construcción científica y la investigación de cómo estaba organizado el mundo, sin embargo, no se usaba el conocimiento adquirido fundamentado en las tres premisas de la revolución, sino que buscaba ser importante para intereses particulares.
Si hay algo que tendríamos que agradecerle a la revolución francesa como suceso histórico de la humanidad, es la creación de una cultura de la revolución, es decir, a la importancia del ejemplo, de cómo la sociedad y las estructuras no son algo naturales, sino que se pueden de cierta forma trasgredir, algo esencial también que nos demuestra la revolución francesa es que esos cambios abruptos revolucionarios llegan a darse en puntos en los que la situación no aguanta más la estructura, es decir, cuando el sistema entra en discrepancia con las practicas de quienes pertenecen al sistema y por consiguiente entran en fuertes disputas.
En el caso de la revolución francesa en especifico, se podría decir por encima, que la estructura monárquica bajo sus formas y costumbres, imposibilitaba de cierta forma el accionar libre de los Burgueses en la busca de sus objetivos e intereses particulares, esto llevo a algo que me gusta llamar “efervescencia social” en el sentido que se proyectan en una misma coyuntura una serie de falencias ya sea sistemáticas, o personalizadas que llevan a la movilización de masas, en ese sentido, el gran cambio se dio en parte por lograr que se diera esa “efervescencia social” en determinada coyuntura.
EL SURGIMIENTO DE LAS DISCIPLINAS.
Toda esta necesidad de entender el mundo, en parte propiciada por la revolución anteriormente mencionada, en el caso del mundo social, dio lugar al surgimiento de nuevas ciencias que fueron enmarcadas en el nombre de humanidades, dentro de ellas encontramos entonces en primera instancia: La sociología, la economía, entre otras; que luego con el pasar del tiempo y de la constante especialización que exigía la sociedad capitalista, terminamos hoy en día con varias disciplinas que comprenden lo que conocemos como ciencia, entonces esta por el lado de las ciencias naturales: la física, la biología, la química, la matemática, entre otras; y por el lado de las ciencias sociales: la sociología, la filosofía, la antropología, la psicología, la ciencia política, entre otras. Lo curioso del caso, es que estas disciplinas que concebimos hoy, y en la cual estoy inscrito como estudiante no son más que nombres administrativos (Wallerstein, SF) puesto que en la academia se han venido discutiendo temas importantes en el sentido de la necesidad de las separaciones que se habían tornado tan segmentarias.
Según el mismo autor, esas fronteras se debilitaron luego de 1945 debido a tres aspectos importantes: a) el auge de Estados Unidos dentro de la hegemonía mundial, b) resurgimiento político (y yo creo que cultural también) del mundo no occidental, c) la expansión de la economía-mundo que se relaciono con la expansión del sistema-mundo universitario (Wallerstein, SF). Sin embargo los nombres de las disciplinas perduran en un aspecto que el nombra administrativo como las facultades, la división en las bibliotecas, el dirá a modo de disertación que “las organizaciones de estudiosos buscan disciplinar no el intelecto sino la práctica” (Wallerstein, SF, pág. 251).
En ese sentido ¿Qué podemos hacer frente a la organización administrativa propia del mundo actual?, es complejo en el sentido que, es una estructura que se ha internalizado tanto, que llega a ser excluyente dentro de los mismos practicantes frente a disciplinas diferentes, es común ver que los sociólogos se distancian mucho de los psicólogos, y estos de los filósofos; esta es una lógica que se tiene que buscar romper, y para ello hay que entender lo que Jesús Ibáñez nos quiere dar a entender, y es como a partir del regreso del sujeto, es decir, de impensar la importancia del sujeto en el acceso al conocimiento, además de investigar y analizar profundamente los modos en que se accede al conocimiento, se puede llegar a construir una nueva ciencia social, que no sea solo sociología, solo psicología, sino que se alimente de todas ellas.
LA PROPUESTA DE LA INVESTIGACION DE SEGUNDO ORDEN: RETOS Y PERSPECTIVAS.
Partiendo de la idea de que “el sujeto determina al objeto” (Ibañez, 1994), se puede entender porque es necesario impensarnos las ciencias sociales, en el sentido que, en busca de la objetividad, de cierta forma herencia del positivismo, se distancio, al igual que en las ciencias naturales, el sujeto del objeto, y era una distancia que significaba el grado de validez y objetividad que podía llegar a tener determinado acceso al conocimiento de la realidad, es decir, la validez que podría llegar a tener determinada teoría construida a partir de la objetividad.
Estas posiciones metodológicas están tan arraigadas, que como dice Wallerstein, es difícil deshacernos de ellas, por lo cual es pertinente pensarnos en de qué forma resucitamos la cultura del cambio revolucionario que nos enseño la revolución francesa como historia propia de la humanidad, y como pensarnos como científicos además, en un mundo global de la información en el cual tenemos la posibilidad técnica de compartir información y de algo que llamara Mauricio Lazzarato: “interacción de cerebros” en la cual a través de las redes de la información, el conocimiento se comparte con más facilidad, y cabe la posibilidad de reflexionar las estructuras metodológicas a un nivel mundial, donde todos pudiesen aportar, esto suena descabellado en el sentido que, puede tender a sonar universalista, sin embargo, estamos hablando de una construcción de conocimiento basada en la investigación de segundo orden, que constantemente y necesariamente por definición, no puede ser universalista absolutizante, sino que puede llegar a ser universalista en otro sentido.
Este sentido que le podemos dar a la universalidad del conocimiento, es en el sentido de constantemente estar reflexionando sobre lo que se dice, tomando como bases casos específicos de distintos puntos del planeta, esto a leguas, denota una importante colaboración de cerebros a nivel global en torno no solo a las ciencias sociales, sino también a las ciencias en general; esto en el lado técnico del acceso al conocimiento y de la reflexión de cómo accedemos al conocimiento.
Por otro lado, y no menos importante, es como lo mencionábamos anteriormente, la importancia de desdibujar algunos de los aspectos que han limitado el acceso al conocimiento y la reflexión de cómo accedemos a él, Ibáñez nos dirá que debemos olvidarnos del distanciamiento al que nos acostumbramos entre el sujeto y el objeto, creo que es importante en el sentido que el objeto lo construimos nosotros como sujetos, y que además, como bien argumenta el autor, a la vez como investigadores estamos influyendo en el objeto. Pero no es solo eso, el mismo Wallerstein nos muestra seis desafíos, que no distan de ser sensatos en el sentido de identificar las más grandes falencias de las ciencias sociales, tales como el eurocentrismo, que como considero personalmente, no ha sido superado ni siquiera en las academias, es decir, como estudiante de sociología aun sigo leyendo bastantes teóricos europeos, ¿y donde está la producción teórica de América Latina?, ¿realmente la producción literaria de África no aporta nada a la academia?, es cuestión de identificar como podemos reconstruir e impensar las formas en las que accedemos al conocimiento, estos dos autores en los tres textos leídos nos llevan por el camino de cuestionarnos la estructura administrativa, epistemológica y practico-técnica de las disciplinas de las ciencias de la humanidad (sociales y naturales)

Bibliografía

Ibañez, J. (1994). Las paradojas de la investigacion social. Madrid: Siglo XXI.
Wallerstein, I. (SF). conocer el mundo, saber el mundo, el fin de lo aprendido. Siglo XXI.
Wallerstein, I. (2003). impensar las ciencias sociales. Buenos Aires: Siglo XXI.


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